Lo conocí en 1981 al
inaugurarse una exposición de sus obras cuando en la
sucursal Boedo del
Banco Supervielle, iniciando una labor de extensión cultural que se
repetiría con el correr de los años en numerosas entidades de tal
tipo, su entonces gerente, Conrado Martínez, miembro del Rotary
Club de Boedo, lo había invitado a exponer sus obras en el local de
la Av. Boedo. La inserción comunitaria del funcionario permitió
reunir en aquella gala de inauguración a numerosos vecinos,
comerciantes y miembros de distintas entidades, entre los cuales
tuve la suerte de estar incluido.
Sorprendido por la excelencia de una pintura que mostraba
principalmente la perfección del trazo en el
dibujo casi fotográfico de los motivos encarados, retratos de
personajes célebres en su mayoría vinculados con el tango y frentes
de comercios y sitos tradicionales del barrio,
trabajados con acuarela, lápices de colores y
pastel, busqué la compañía del Maestro Escultor Francisco Reyes,
con quien también compartíamos la pertenencia al club rotario para
compartir la conversación con el artista. Ya en ese momento se
podía advertir que Grafman era un personaje reconocido y querido en
el barrio por la cantidad de personas que le brindaban el saludo,
el abrazo y las felicitaciones del caso. Desde aquella tardecita de
32 años atrás comenzó a sellarse una amistad que compartimos hasta
sus últimos días y que se había acrecentado en los últimos doce o
trece años cuando los encuentros se convirtieron en usuales al ser
designado por la Cofradía de la Orden del Lengue como Caballero de
la misma y comenzar a lucir el tradicional pañuelo que nos
distingue a sus integrantes. Ganada la amistad de un mayor número
de vecinos y en reconocimiento no ya a sus méritos artísticos, que
le habían valido numerosas distinciones en el campo de su
actividad, sino a su conocimiento e interés por los temas que
hacían de Boedo un barrio con historias, el 2007 la Junta de
Estudios Históricos le ofrece integrarse a la misma, que acepta de
inmediato.
Ernesto Grafman, profesionalmente, había egresado de la
Escuela preparatoria Manuel Belgrano en 1939, cursando
luego en la Escuela Nacional de Bellas Artes “Prililiano
Pueyrredón” donde completa sus estudios habiendo tenido como
Maestros a personalidades de las Artes Plásticas como los
reconocidos pintores Centurión, Fioravanti, Spilimbergo, Pío
Collivadino, etc. Profesor de dibujo en varios establecimientos de
educación media, recordaba con particular afecto su paso por la
Escuela Técnica Reconquista de Buenos Aires, de la Av. Boedo, que
solía visitar frecuentemente. Decenas de exposiciones en distintos
salones y organismos de la ciudad, intervenciones en concursos de
entidades oficiales y privadas, donde obtuvo reconocimientos y
distinciones le permitieron gozar de un reconocido prestigio como
dibujante y retratista. Sus obras se encuentran hoy en numerosos
domicilios particulares, consultorios, instituciones públicas como
en salones de las embajadas de Colombia, China y
Alemania. Colaborador permanente de instituciones dedicadas a
actividades de servicio, siempre estuvo presente, incluso sin que
se lo pidieran, con donaciones destinadas a fondos para tales
actividades.
Uno de sus orgullos fue haber participado en 2004 del Concurso
Abierto organizado por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires para elegir, como en todos los barrios porteños, el
emblema que iría luego a representar a cada una de esas
comunidades. Entre un número no pequeño de participantes, el jurado
eligió, por unanimidad, el diseño de Ernesto Grafman, que desde
entonces puede verse en la Av. Boedo, y en oficinas
públicasy privadas, cuyo diseño ha tenido en cuenta los ejes
esenciales de la actividad y la historia boedense: Las artes, las
letras, el Club San Lorenzo y el tango. Algunas
imágenes que acompañan esta nota lo muestran orgulloso junto a las
primeras pinturas del emblema.
Grafman se domiciliaba en la calle México casi esquina Boedo, al
lado mismo del que fuera domicilio de otro artista plástico de una
generación anterior, Vicente Roselli, llamado el escultor y pintor
de los niños, autor del busto de José González Castillo
emplazado al pié del Mástil emplazado frente a la Cortada de San
Ignacio.
Ernesto, estas vereditas
de Boedo extrañaran tus pasos, tus decenas de amigos con los
cuales charlabas casi diariamente imaginarán muchas veces escuchar
tu voz y aquellos que estuvimos mucho tiempo cerca de
ti, compartiendo alegrías y desvelos, no tengas duda que te tendrán
presente más allá del tiempo y el espacio. Tu bonhomía,
tu sencillez, tu desinterés, tu arte estará siempre presente en los
corazones de quienes tuvieron el privilegio de tu amistad.
Aníbal Lomba, en nombre de la Junta de Estudios
Históricos del Barrio de Boedo, de la Cofradía de la Orden del
Lengue y del periódico Nuevo Ciclo.
Al término de la lectura invitó a los presentes a recorrer la muestra.
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