Diario La Prensa 20 de
noviembre de 1966
REFERENCIAS HISTÓRICAS DEL
BARRIO DE ALMAGRO
"Cuando BOEDO todavía no era un barrio"
por
Ricardo Llanes
Por cierto que cada barrio de
la ciudad de Buenos Aires cuenta con la memoria de hechos y lugares históricos;
si bien, en no pocos casos, sólo existen en el conocimiento de quienes alcanzan
el color de sus imágenes no por mediación del antecedente escrito, sino por
influencia de la relación oral. Vamos hoy, con prescindencia de los aun
existentes como el colegio Pio IX llamado de Artes y Oficios de los Padres
Salesianos que se encuentra en el mismo
solar ocupado hasta 1898, por el Orfelinato Francés (Don Bosco 4050) a recordar
otros pocos menos que olvidados por no mucho difundidos; y ello por vehículo de
la referencia evocadora y en vías de ilustración.
El barrio de Almagro, cuyo
nombre recuerda al Dr. Juan Almagro de la Torre, asesor general y auditor de guerra
del Virreynato de Buenos Aires (1) guarda en sus anales algunas páginas de
verdadera significación histórica, pues, que nada tiene que ver con las que
escapando de la verdad crean el mito y la leyenda. Ellas nos aseguran que en el
punto donde la calle Lezica se encuentra con el pasaje Ángel Peluffo, se
levantaba la estación Almagro, de la Sociedad Camino de Hierro de Buenos Aires
al oeste, vale decir el Ferrocarril Oeste, hoy denominado Domingo Faustino
Sarmiento; nos traen el recuerdo de la “Estación Fúnebre” de Corrientes y Medrano,
enterándonos del motivo y de la urgencia que obligaron su instalación en el
lugar, y en fin, nos ponen en conocimiento del recorrido que efectuaba un
vulgarmente señalado “Tren de las basuras” el que al dejar la calle Loria se
iba camino a la quema por la misma línea oblicua que había de transformarse en
la arteria estrecha que lleva el nombre de Oruro. Pero veamos algunas
referencias en detalle.
LA QUINTA DE LOS COLEGIALES.
Algunos años antes que los
pupilos del Colegio Nacional, que se fundara sobre el antiguo seminario,
concurrieran a pasar sus vacaciones en la casa de campo que llamaban Chacarita
de los Colegiales y que luego Miguel Cané evocaría en la amable estudiantina
que es “Juvenilia”, ya otros estudiantes se reunían periódicamente en Almagro
con idénticos propósitos. En efecto el escritor B. Sarthou en su obra “Historia
Centenaria del Colegio San José de Buenos Aires” (1858-1958), informa: “El
padre Barbé del Colegio San José, fue quien en 1862 adquirió manzana y media de
terreno en el campero barrio de Almagro, con destino a casa quinta y campo de
expansión para los alumnos internos. Bien poco le costó el terreno situado
entre las calles, Hoy Díaz Vélez (Camino de Gauna), Medrano y Almagro (2) Allí
surgió una frondosa huerta la “Santa María” en torno a una casa paralela a Díaz
Vélez, con su infaltable mirador y modesta capilla del Sagrado Corazón”.
“Atendían la quinta con el casero permanente los hermanos coadjutores Jean
Marie y Jeantin Quilhalanguy. Los domingos y jueves, por la tarde, llegaban los
profesores del colegio que también pasaban allí sus vacaciones. Se acostumbraba
premiar a los alumnos mayores con una excursión a la “Quinta de Almagro”. Allí,
unos montaban a caballo, otros ayudaban al quintero y cosechaban ricos
ejemplares de frutales pródigos.
Esta quinta, cuyo ambiente de
color y sabor rurales animaron los juegos y entusiasmos juveniles de los
alumnos del Colegio San José, se mantuvo hasta el año 1909 en que fue loteada y
vendida con venia canónica, como lo expresa este autor.
LA CASA DE CUITIÑO
De las tristemente figuras
policiales que actuaban en la llamada “Época rosista” y con ilimitada autoridad
en los días fuertes de la Mazorca(los de 1840) la del comandante Ciriaco
Cuitiño sobresale del conjunto por los actos de crueldad que obligaron a su
fusilamiento en la plaza de la Concepción del Alto de San Pedro, siendo las 9 y
20 de la mañana del jueves 29 de diciembre de 1853.
A este personaje la gente del
pueblo le adjudicaba la propiedad de casas y quintas en cada barrio de la
ciudad. Una de las tantas, creada nada más que por la leyenda en la cuenta de
éste, habría sido la que Don Anselmo Sáenz Valiente mandara construir en los
comienzos del siglo XIX y que conocimos en la calle Brandsen pegada al terraplén
del Ferrocarril Gral. Roca; otra la que Don Amaro Giura, antiguo vecino de
Avellaneda nos trae en su libro “Mis charlas de fogón” “En Güemes- dice
nombrando la calle – en lo que hoy es el Mercado de Hacienda, por los fondos de
la quinta de Casalis, que fuera residencia del mazorquero Cuitiño, por muchos
años los vecinos al pasar se santiguaban: “¡Cruz diablo!”. Y el 10 de noviembre
de 1962, con motivo de celebrarse el 65 aniversario de la fundación de la
primera escuela de Barracas al Sur, una de las más antiguas educadoras de la
misma la Sra. Noemí Vázquez Varela De La Fuente, le expresaba al cronista del
diario “La Prensa”; “Decían los vecinos que antes de ser parte de la quinta de
la familia de Echenagucía, la casa había pertenecido al rosista Cuitiño”.
Empero todo ello respondía a suposiciones y cuentos de vecindad, cuyas versiones,
en verdad no corrían en el barrio de Almagro porque en realidad, y lo señala un
documento probatorio, la casa conocida como verdadera propiedad de Cuitiño, era
la que se encontraba en la calle Independencia 3549 entre las de Maza y Boedo,
que habría de ocupar en sus últimos años el corralón de madera de la firma
Gómez y Cetrángolo. Y por supuesto que esta casa de portón de rejas y amplio
espacio para jardín en todo su frente, no escapó del comentario a media voz por
el temor que lo vigilaba, asegurando la existencia de calabozos subterráneos,
con elementos de tortura empotrados en las paredes para suplicio de prisioneros
y condenados a muerte.
En el Plano Topográfico de la
Ciudad de Buenos Aires, mandado a levantar por el gobierno de esta provincia en
1867, dentro del rectángulo que conforman las calle Independencia, San Juan,
Virrey Liniers y Boedo, figura esta leyenda: “Herederos de Ciriaco Cuitiño”,
válida para asegurarnos que esas 8 hectáreas había sido de su propiedad.
EL HOSPITAL DE NIÑOS
Fue en este barrio donde se
fundó el Hospital de Niños “San Luis Gonzaga” “La idea inicial – dice el Dr.
Alberto Meyer Arana en su libro “La Beneficencia en Buenos Aires” se debió a
Doña María Josefa Del Pino en 7 de enero de 1867” No obstante habrían de
transcurrir ocho años antes de que la Sra. Dolores Lavalle de Lavalle hija del
héroe de Rio Bamba y sus colaboradoras en la Sociedad de Beneficencia, señoras
Emma Van Praet de Napp, Adela Blaye de
Peña y Petrona Villegas de Cordero, pudieran hacerla efectiva. “Salieron tan
airosas de esta empresa las abnegadas señoras que al poco tiempo, meses apenas,
el hospital abría sus puertas en dos salones de madera construidos en un
edificio muy viejo, mitad casa, mitad corralón, de la calle Victoria esquina a
la de Liniers (3) pasando el Once de septiembre. Pero ¿Cuál era en realidad el
lugar exacto donde se lo encontraba? El escritor Meyer Arana no lo señala y si
bien nosotros lo suponíamos por nuestros viejos recuerdos de la zona
almagrense, nunca pudimos asegurarlo en razón de que carecíamos del documento
certificador.
Pero ahora, el Dr. Caupolican
Castilla, médico precisamente del Hospital de Niños desde hace ya más de 60
años, ha venido a confirmarnos aquella presunción: el hospital quedó fundado el
29 de abril de 1875, en la calle Victoria 3420, entre la de Liniers y el pasaje
Lange hoy nombrado Lucero “en cuyos fondos – habla el Dr. Castilla – dos
galpones de madera con 20 camas cada uno, formaba todo el haber hospitalario,
siendo atendidos en forma honoraria por los doctores Ricardo Gutierrez y Rafael
Herrera Vega y el practicante José María Ramos Mejía(4). Por descontado que tal
obra, en virtud de su espléndido sentido
humanitario y por amor al niño, constituye la página más hermosa en la historia
de este barrio. Y si hoy el lugar está desconocido, transformado en
inquilinato, nos basta el hecho de acercarnos a su puerta para percibir las
imágenes de aquellas admirables mujeres, de aquellos magníficos representantes
del género humano, cuyas memorias, por nuestra parte, reverenciamos con honda
gratitud.
EL PALACIO MUÑIZ
Corriendo los días de la primera década podíamos ver en Almagro, sobre la Av. Rivadavia, algunas figuras arquitectónicas de versallescas líneas; y vecino a las residencias de las familias de Lugones, Repetto, Alzaga de Vivanco, Porcel de Peralta, Elía de Ezcurra, Gaete de Belgrano, así como las del almirante Enrique Howard y Gral. Francisco Bosch, se levantaba la muy elegante y atrayente estampa del palacio Muñiz. En él habitaba quien había gastado una fortuna en alhajarlo con toda la riqueza, finura y prestancia del París, finisecular; la Sra. Isabel Frías, pertenecía a la ilustre rama de este patronímico que había contado con varones notables como el guerrero de la Independencia, Teniente Gral. Eustaquio Frías y el Dr. Feliz Frías, que fuera secretario del Gral. Lavalle, Doña Isabel había casado con el Dr. Ramón B. Muñiz y por lo tanto era hija política del sabio naturalista argentino Dr. Francisco Javier Muñiz.
(1 (1) “Calles y plazas de Buenos Aires”
A.
Beccar
Varela y E. Udaondo
Edición
año 1910.
(2 (2) Actual Francisco Acuña de Figueroa
(3 (3) Hoy
denominadas Hipólito Yrigoyen y Virrey Liniers
(4 (4) La
Prensa
7 de octubre de 1965.
Este
escrito del Don Ricardo Llanes es anterior a las ordenanzas de 1968 cuando se
le da entidad como barrio a Boedo, hasta entonces toda esta zona pertenecía a Almagro
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