MERCEDES SIMONE- “LA DAMA DEL TANGO”
30 de abril de 1904 (Villa Elisa, Pcia.de Bs.As) – 02 de octubre de 1990
(Bs.As).
Autor: Prof. Ricardo Lopa
Sin las exaltaciones dramáticas de Azucena Maizani, ni los arrastres arrabaleros de Rosita Quiroga, ni los gorgoritos de Libertad Lamarque, apareció como una mezzosoprano de buena coloratura, afinada y de impecable dicción. Estas características, son las que permiten hoy escuchar sus interpretaciones sin que parezcan pura arqueología. Por el contrario, sus versiones de Yira, yira, Del suburbio, Muchacho o Cantando (tema que utilizaba como característica de sus presentaciones, acompañada ya sea por guitarras o por orquestas como la de Edgardo Donato) muestran una voz actual, vigente, sin arrebatos ni exclamaciones.
Dos
ciudades bonaerenses están vinculadas a los comienzos de esta cancionista de
tangos, tal vez la más perfecta de todas: una es La Plata, donde se radicó de
niña (asistiendo a una escuela religiosa, donde comenzó a cantar canciones
sacras con el coro escolar. También de niña, cantó para el arzobispo de La
Plata, Monseñor Alberti). Al terminar la primaria estudió costura trabajando en
el taller “La Francesita”. Luego pasa a
desempeñarse en la imprenta “Benavidez” en calidad de encuadernadora donde
conoció a su primer marido, el guitarrista Pablo Rodríguez, en 1923, de dicha
unión nació Dorita Matilde y
Su
hija “Dorita” en el acto de colación de una placa en su
ciudad natal Villa Elisa, Pcia. de Bs.As., por la Junta de Estudios Históricos
del Barrio Boedo nos muestra una foto en la que están con su hermano y en la otra la vemos junto a la placa que fue colocada.
En
1933 era ya primera figura y por eso se la convocó con las más rutilantes
estrellas del tango para intervenir en la película Tango, donde interpretó Cantando,
una creación propia que pronto se convirtió en un clásico del género, y la Milonga Sentimental, de Manzi y Piana,
que había grabado el 4 de octubre de 1932 y que el 3 de febrero de 1933, cuando
militaba en la compañía de revistas del “Maipo”, cantó en el teatro “Solís” de
Montevideo, ocasión ésta en que el gran poeta Fernán Silva Valdés le suplicó: “Dígale a ese joven Piana, que usted me dice
es el autor, que él es la milonga misma”.
La
vida de Mercedes Simone es la de una estrella de la radio, a la que el cine fue
esquivo. Intervino en los filmes Sombras
porteñas (1936), La vuelta de Rocha
(1937) y Ambición (1939), pero el
mayor número de admiradores se lo conquistaron los micrófonos de las
broadcastings y los teatros y lugares nocturnos de toda América, desde Tierra
del Fuego hasta México. De sus actuaciones en Río de Janeiro trajo Favela, la hermosa canción de Joracy
Camargo y Kekel Tavares, que grabó el 27 de junio de 1934. En México, donde en
1942 triunfó en “El Patio”, que cuatro años más tarde s7ería escenario de otro
triunfo notable, el de Libertad Lamarque, cantó Noche de ronda, el famoso vals canción de Agustín Lara, que había
grabado el 11 de mayo de 1937. También obtuvo éxitos singulares en Chile,
Venezuela, Cuba, Colombia, y en la República Dominicana. De los años 1936 y
1937 son sus grandes creaciones discográficas: Háblame de amores, Mariú, India, Milagro, Milonga triste, y Será una noche.
Una
enfermedad cruel, que sobrellevó con admirable entereza, la enmudeció
prematuramente. El 17 de junio de 1969 la Academia Porteña del Lunfardo realizó
en su honor una sesión pública. Era el reconocimiento a quien fue llamada con
entera verdad “La dama del tango”.
La
admiración que se profesaba a Azucena Maizani estaba hecha de cariño; la que se
profesaba a Rosita Quiroga, de simpatía. A Mercedes Simone se la admiraba
respetándola. Infundía respeto y, una admiración intelectual.
BIBLIOGRAFÍA:
José Gobello.
“Mujeres y Hombres que hicieron el Tango”. Ediciones Libertador, pág. 21.
Horacio Salas.
“Tango” Ediciones B. pág. 262.
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