sábado, 24 de agosto de 2019

EL BARRIO DE BOEDO 2° PARTE



EL BARRIO DE BOEDO 

ANÍBAL LOMBA  

(PARTE  2)

San Lorenzo de Almagro
Los que somos de Boedo no podemos olvidarnos de la creación de San Lorenzo de Almagro. Veamos un rápido pantallazo. Allá por 1905 un grupo de vecinos de la zona, obreros casi todos, empezaron a jugar al fútbol, que era una disciplina deportiva nueva, y lo hacían en un descampado que había en México y Quintino, frente a lo que era el Oratorio de San Antonio. Allí se formó un grupo al que llamaron “Los Forzosos de Almagro” y que con el apoyo del sacerdote salesiano Padre Lorenzo Massa comenzó a desarrollarse como institución. El Padre les ofreció que jugaran en una canchita del Oratorio, más que nada en su afán de sacar a los chicos de la calle, pidiéndoles a cambio que fueran los domingos a misa. La mayoría de ellos pertenecía a familias socialistas, pero el amor por la pelota primó y aceptaron. Estos muchachos se organizaron institucionalmente, siempre con el apoyo del Padre Lorenzo y al tiempo pudieron adquirir los terrenos donde trabajaron todos, alisando el terreno, levantando las tribunas de madera, en fin, haciendo la cancha que años más tarde sería el orgullo de Boedo.

El Oratorio San Antonio en 1925

Médicos de Boedo

Una de las particularidades de Boedo es la existencia de médicos famosos. Hubo hombres realmente entregados a lo social, que se ruborizaban si el paciente les pagaba por sus servicios, como Martín Reibel, quien visitaba a sus enfermos en una “break” tirada por un viejo caballo blanco. Fue diputado radical entre 1914 y 1918 durante la presidencia de Irigoyen. El Dr. Benjamín Bonifacio, con consultorio en Boedo y Carlos Calvo, visitaba a sus pacientes a caballo y con botas. El Dr. Aldo Cantoni, hermano del Gobernador de San Juan, era tan pobre que sólo pudo alquilar una habitación en  una casa de familia para atender a los enfermos. El Dr. Lauro Tidone fue otro de aquellos médicos a quienes sus pacientes, (a los que visitaba en bicicleta), respetaban y querían y que siempre, después de atenderlos les daba el dinero para comprar los remedios. Por último, el Dr. Julio Cruciani, único sobreviviente de esos profesionales inolvidables. Fue el creador en el hospital Ramos Mejía del servicio de alergia y se dice que las puertas de su casa en San Juan y Maza estaban siempre abiertas para recibir pacientes fuera de la consulta.


Dr. Aldo Cantoni


Dr. Julio Cruciani 





















CONTINUARÁ

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