CÁTULO CASTILLO
AUTOR : Prof. Ricardo Lopa
Hombre de Boedo, pasó la adolescencia
transitando por sus calles y casas. Castro al 900 lo vio nacer, luego de un
intervalo de la familia por Chile; pues el anarquismo del padre, José González
Castillo lo ameritaba; vuelve a Boedo, Av. San Juan 3951. A continuación le
toca el turno a Loria 1449, para terminar el recorrido juvenil en Boedo
1058/60. La madurez lo va a encontrar por otros barrios, pero siempre su
corazón reposó en Boedo.
“…yo nací… un 6 de agosto de 1906, a las cinco de la tarde. Caía una
lluvia tremenda y hacía un frío de la Madonna. Mi padre trabajaba, entonces, en
los Tribunales. Edmundo Montagne, un amigo, que también era poeta, le avisó:
- ¡Pepe: ha nacido tu hijo Cátulo
Montagne ya tenía previsto el nombre. Mi padre corrió a casa. Me arrancó
del lado de mi madre, me quitó los pañales, salió al patio, me puso bajo el
agua que caía con fuerza y exclamó:
-hijo mío: que las aguas del cielo te bendigan!
A causa de tanto lirismo y ritual
anarquista yo, recién nacido, me pesque una pulmonía que me tuvo tres o cuatro
meses entre la vida y la muerte. Sin los cuidados de mi madre, ahora no lo
estaría contando …”(“La
Maga Colección, dic/1995,Seis Poetas del Tango, “Todo fue tan simple, claro
como el cielo. Por Cátulo Castillo, pág.12)
“Cuando tenía veinte años, mi padre robó a mi madre y se casó con ella.
La sacó de los alrededores de La Plata, donde mi abuelo trabajaba en un stud
como cuidador. Era a principios de 1905. Se fueron a vivir a Buenos Aires en
una casita de la calle Castro al 900. (947) Yo nací al año siguiente, un 6 de
agosto de 1906, a las cinco de la tarde” (“La
Maga Colección, dic/1995,… Idem. Por Cátulo Castillo, pág.12)
El padre, un anarquista de aquellos,
en signo de victoria, sea por el nacimiento del pibe, sea, por el primer
aniversario de la conquista del Descanso Dominical, intentó lo imprevisible e
imposible
“…Dos días después, mi padre y sus amigos se fueron a anotarme en el
Registro Civil. El empleado le preguntó:
-el niño, ¿cómo se va a llamar?
- Descanso Dominical González Castillo – le respondió mi padre, rotundo y
lleno de gozo.
- ¿Cómo, señor?
- “Descanso Dominical González Castillo”
- No puede ponerle ese nombre ¿Cómo le va a poner a una criatura
“Descanso Dominical”?
- ¡Ud. le pone “Descanso Dominical”!
Y se armó el lío. Casi se van a las manos. Triunfaron los amigos y
entonces me pusieron Ovidio Catulo, como quería Montagne.
Mi padre deseaba llamarme “Descanso Dominical” porque por ese tiempo
habían promulgado la ley, que era una vieja aspiración libertaria, y quería
llevar su fe anarquista hasta las últimas consecuencias”…(“La Maga Colección, dic/1995,..Idem. Por
Cátulo Castillo, pág.13)
“…La sensatez de este funcionario impidió que cargara con ese nombre,
precisamente él, que trabajó todos los días de su vida, aun en aquellos que se
dedicó a soñar. El padre lo pensó mejor y lo hizo llamar Ovidio Catulo. Ovidio por el poeta latino que irritaba
a Augusto con sus epigramas y que conoció como él la melancolía del exilio, y Catulo por el poeta de la Pelea… (y Cátulo fue boxeador, preseleccionado
para las Olimpíadas de Ámsterdam 1924)” (César Tiempo. Periódico ABC. Almagro-Boedo-Caballito.
Pág.5)
Además de músico, poeta,
y letrista de tango, Cátulo se desempeñó como periodista trabajando en diarios como
"El Líder", "El Nacional" y "Última Hora". Además
fue presidente de SADAIC y de la Comisión Nacional de Cultura, hasta que por
aspectos políticos en 1955 fue exonerado de sus cargos.
En setiembre del ‘55 vino el despido.
Encontró refugio de las amarguras producidas por el hombre, en el mejor amigo,
el animal. Y fue el destino que lo llevó a acercarse a su pureza, esa que no
pone condiciones ni exige retribuciones. Salió del agobio de la Capital, en
busca de la paz para crear y producir. (Camino de Cintura, a orillas del Rió
Matanza)
“… En su nuevo domicilio, donde trabaja y produce silenciosamente, crece
y desarrolla su amor por los animales, es otra faceta de San Cátulo.
Cadícamo lo cuenta así: “Ahí pasa sus días de destierro voluntario. Su alma de santo
socorre a los perros sin dueños abandonados, bastardos y enfermos que merodean
ladrando de hambre o de frío por los alrededores de su casa como presintiendo
la llegada de un hermano compasivo. Los alberga dándoles de comer y apagando su
sed, son más de 40; a los enfermos los cura, los acaricia y juega con ellos”
“…su compañera, Amanda Peluffo, cuenta que llegaron a tener 95 perros, 19
gatos, 200 gallinas y hasta 2 corderitos (“Juan y Domingo”)
(La Maga Colección. Op.
Cit. Pág.11. San Cátulo. Fernando Mazzeo)
Cátulo era un buen tipo, nunca lucró
con los sentimientos, menos con los afectos de sus amigos los perros. De puro
gaucho, le daba una mano a sus patitas, y le buscaba un compadre querendón para
que no volvieran a sufrir las penurias de andar solos. Fue el comodín de los
perros, para curarlos y amarlos. Dialogó con Ellos, les habló y le hablaron,
los entendió y le entendieron mejor que el hombre.
–Empecé con un perro.
Tenía una cara triste y los ojos llorosos. Estaba tan estropeado, tan lleno de
piojos, era una cosa tan insignificante, que parecía un hombre. Otra vez, los
chicos me avisaron que cerca de la ruta (yo vivo en Ciudad Evita), una perra
estaba herida. Me han fusilado a la perrita porque la muy pecadora estaba
embarazada. Le pegaron cinco balazos y todavía vivía. Cinco balazos pegados con
furia. El que tiró
fue tan cruel, tan severo, tan inexorable, que parecía un hombre, pero era un
perro...” (R. Horvath.- C.C.C.
-cafe-bar-billares)
Cátulo nos comentó…que, cuando pudiera, compraría una casa vieja en la
que fundaría un hogar para animales abandonados.
Con el tiempo en una casona que creo que quedaba por la
calle La Rioja al 1400, nació MAPA…” (Cátulo Castillo: Un poeta de lujo. Oscar Mármol. El
portal del tango.)
Cátulo, el compositor, fue
autor, entre otros, de los famosos tangos "Organito de la tarde",
"El aguacero", "Caminito del taller", "Acuarelita de
arrabal", "Silbando", "El Aguacero" , "Invocación
al tango"; Tinta Roja", "Caserón de tejas" y
"María".
De singular importancia, por la calidad de la obra,
fue la colaboración con Aníbal Troilo: "María", "La última
curda", "La cantina", "A Homero", "Y a mi
qué", "Una canción" y "Desencuentro". Entre la
increíble lista de tangos de su creación, se pueden mencionar: "Dinero,
Dinero" (en conjunto con Enrique Delfino), "Te llaman violín"
(junto a Elvino Vardaro), "La Madrugada" (en colaboración con Ángel
Maffia), "Un hombre silba" (con música de Sebastián Piana),
"Para qué te quiero tanto" (en compañía de Juan Lorenza), "Papel
Picado" y "Tango sin letra" entre otros.
Fallece a los 69 años, el 19 de Octubre de 1975 en su casa de un síncope cardíaco.
Fallece a los 69 años, el 19 de Octubre de 1975 en su casa de un síncope cardíaco.
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